En las últimas décadas, la fertilidad en EE.UU.
se ha convertido en una cuestión a menudo tácita, pero monumental. A pesar de que Estados Unidos es una nación postindustrial, nuestra tasa de natalidad y el número promedio de nacimientos han seguido disminuyendo rápidamente desde finales del siglo XX. En 1990 la tasa de natalidad era del 60%, y ahora
está más cerca del 18%. Además, hoy en día 1 de cada 6 parejas sufre algún tipo de infertilidad, y se espera que esa cifra crezca hasta el 20% en 2025.

El precio y la barrera física al acceso a la FIV y otros tratamientos de fertilidad en el consultorio han permitido el surgimiento del mercado de pruebas y monitoreo en el hogar. El COVID-19 también ha dejado huella en el deseo de los consumidores de tener acceso a su atención médica en casa, sin receta y a resultados a pedido. Los consumidores buscan más control sobre sus datos de salud y quieren tener la capacidad de tomar sus propias decisiones con los posibles resultados de sus pruebas que les cambiarán la vida.

El veinte por ciento de los problemas de fertilidad se deben a disfunción ovulatoria, mientras que el 27% son completamente inexplicables (pero aún podrían estar relacionados con la ovulación o un deterioro hormonal).